Preguntas como esta tienen respuesta en esta exposición que el próximo sábado, 14 de diciembre se inaugura en La Olmeda.
¿CÓMO SE PUEDE RECONSTRUIR
La preferencia, antigua y moderna, por la historia política y militar, ha relegado al olvido durante siglos el papel de aquellas personas que estaban excluidas, por el sexo o la clase social, de la vida política e intelectual de sus sociedades.
La “grandeza de Roma” destacó siempre por la acción de los varones, mientras que se obviaban las actuaciones de las mujeres, que formaban parte de la misma sociedad. Las evidencias arqueológicas, las inscripciones y las fuentes literarias ofrecen informaciones al respecto que se han de tener en cuenta, pero siempre utilizándolas con cautela y espíritu crítico. Por ejemplo, incluso en los campamentos militares romanos aparecen objetos femeninos, lo que ha llevado a pensar en la presencia de mujeres en estos recintos.
Encontramos fuentes de información sobre la vida privada de las mujeres, dentro de las clases altas, en innumerables testimonios literarios: autores en prosa, historiadores, biógrafos, oradores, filósofos, textos legales, comentarios jurídicos o cartas. Sin embargo, aparte de unos pocos retazos de poesía lírica, el resto de la literatura romana que nos ha llegado fue escrita por hombres que ofrecieron en muchas ocasiones una visión femenina con tintes de misoginia.
Otra fuente de interés para la reconstrucción de la vida privada
es la que ofrecen la
arqueología y las bellas artes: frescos, esculturas, relieves, cerámica,
numismática, objetos cotidianos, grafiti, epigrafía, tablillas enceradas y
papiros, etc. Destacan las inscripciones que nos permiten comprender, de
primera mano, algunos aspectos de la vida de muchas mujeres.
Estas evidencias ayudan a componer una historia difícil de
reconstruir en el caso de las mujeres más privilegiadas y, aún mucho más, en
las que no lo eran. En una sociedad dominada por los varones, las actitudes
hacia las mujeres y los papeles desempeñados por éstas hace más de dos mil
años, han constituido una herencia que ha perdurado prácticamente hasta nuestro
tiempo.
Juvenal, en toda su Sátira VI, se emplea en hacer una crítica tan exacerbada en contra de las mujeres que resulta fácil no tomarlo en serio como informante moralista de la sociedad de la Roma del siglo II que retrata. La Sátira resulta ser inclasificable. No puede se incluída dentro de la crítica moralista en la que el escritor fustiga los vicios esperando que la sociedad reaccione contra ellos. La mujer casada, que conlleva inherente a esta condición la de ser adúltera, es el objeto del azote verbal del poeta. Para ello, éste tiene en cuenta a sus antecesores en el tema, en especial a los griegos Semónides, Aristófanes y Teofrasto y, por supuesto al "inventaor" de la sátira latina: Lucilio. A todos ellos los supera en hablar en contra de las mujeres, pero su discurso no rpetende ser didáctico, sino que es solamente y nada menos que una retahíla de los distintos tipos de mujeres que encarnan todos los vicios imaginables, por eso el consejo de Juvenal al imaginario interlocutor es que no debe casarse, consejo del que será heredero en la literatura española Francisco de Quevedo.
La sátira VI tiene por tema
un concepto típicamente romano, la pudicitia, algo así como pudor o recato
en materia carnal. Luego de elogiar la pudicitia “perdida” de las antiguas
matronas romanas, aplica el estilete a los comportamientos de su época.
He aquí algunos fragmentos:
Si tibi simplicitas uxoria, deditus uni
est animus, summite caput cervice parata
ferre iugum. Nullam invenies quae parcat amanti:
ardeat ipsa licet, tormentis gaudet amantis
et spoliis; igitur longe minus utilis illi
uxor, quisquis erit bonus optandusque maritus.
Nil umquam invita donabis coniuge, vendes
hac opstante nihil, nihil, haec si nolet, emetur.
...
Scilicet expectas ut tradat mater honestos
atque alios mores quam quos habet?...
...
Nulla ferre causa est in que non femina litem
moverit...
...
Semper habet lites alternaque iurgia lectus
in quo nupta iacet; minimum dormitur in illo.
Tunc gravis illa viro, tunc orba tigride peior,
cum simulat gemitus occulti conscia facti;
au odit pueros aut ficta paelice plorat
uberibus semper lacrimis semperque paratis
in statione sua atque expectantibus illam,
quo iubeat manare modo; tu credis amorem,
tu tibi tunc, uruca, places fletumque labellis
exorbes, quae scripta et quot lecture tabellas,
si tibi zelotypae retegantur scrinia moechae.
...
Audio quid veteres olim moneatis amici:
“Pone seram, cohibe.” Sed quis custodiet ipsos
custodes? Cauta est et ab illis incipit uxor.
...
... Vivit tamquam vicina mariti,
hoc solo propior quod amicos coniugis odit
et servos, gravis est rationibus...
...
Tantum artes huius, tantum medicamina possunt,
quae steriles facit atque homines in ventre necandos
conducit. Gaude, infelix, atque ipse bibendum
porrige quidquid erit; nam si distendere vellet
et vexare uterum pueris salientibus, esses
Aethiopis fortasse pater...
...
Si, marido inocente, está entregada tu alma
a una sola, somete la cabeza, preparada la cerviz
para el yugo. Ninguna encontrarás que respete a quien la ama:
aunque ella arda de amor, se goza en los tormentos del amado
y sus despojos; por lo tanto mucho menos útil le será
la esposa a todo aquel que sea bueno y envidiable.
Nada jamás regalarás si no consiente, nada
venderás si se opone, si no quiere nada habrá de ser comprado.
...
¿Acaso esperas que la madre le transmita
hábitos honestos y distintos de los suyos?...
...
Casi no hay juicio en el que una mujer no haya causado
el pleito...
...
Siempre hay pleitos y disputas en el lecho
donde se acuesta una casada; muy poco allí se duerme.
Es pesada a su marido, peor que tigra privada de su cría,
cuando simula gemidos a sabiendas de sus hechos ocultos;
o bien odia a sus hijos o llora porque inventa alguna amante
siempre con lágrimas copiosas, siempre
preparadas en su puesto y esperando
que les ordene el modo de manar; tú lo crees amor,
tú entonces, oruga, te complaces y el llanto con tus labios
sorbes, ¡qué cartas y cuántos recados leerías
si se te abrieran los cofres de esta adúltera celosa!
...
Escucho lo que, viejos amigos, hace tiempo aconsejáis:
“Pon cerradura, enciérrala”. Pero ¿quién custodiará
a los custodios? Es astuta la esposa y por ellos comienza.
...
... Ante el marido vive igual que una vecina,
sólo más propia porque odia a los amigos del cónyuge
y a sus esclavos y es gravosa para su presupuesto...
...
Tan grandes artes, tantas medicinas poseen,
esas que hacen estériles y por matar humanos en el vientre
cobran. Alégrate, infeliz, y tú mismo la poción
ofrécele, cualquiera que ésta sea; pues si quisiera dilatar
y molestarse el útero con los saltos de los niños, serías
quizá padre de un etíope...
No hay comentarios :
Publicar un comentario